viernes, 29 de agosto de 2014

Así creo que se llama.

Hojas llenas,
palabras constantes sobre el sufrimiento,
una tras otra, rozándose.
Haciéndose daño unas a otras, a mí.
Y de repente se detienen,
se desnudan.
Creyéndose vencedoras, ahora,
han perdido.
Ha llegado él.
La silueta de aquello a lo que temían,
la oscuridad a la que se aferraban
se les escapa de las manos.
Las palabras dolorosas están temblando,
ven su final en él.
Me están dejando respirar,
creo que quieren que sea feliz,
que me haga feliz.
Y entonces soy yo la que se detiene,
no en cuerpo, 
en alma.
Ahora son palabras más importantes
las que resuenan en mi cabeza.
Y no me hacen daño,
porque las noches que pasan lentas,
con él rozándome,
trato de afrontarlo, aferrarlo a mí,
derrapo en las curvas de su corazón 
intentando provocarlo,
y lo hace,
así, tan sencillamente,
evade todo el sufrimiento cuando se acerca.

Las hojas escritas a base de lágrimas
se quedaron estancadas en la estación
de dónde él me recogió 
y a donde no quiero volver jamás.




Corred, recordad este momento, echad una visual, porque he escrito algo sin tener que aguantar las lágrimas, felicidad creo que se llama. 

domingo, 10 de agosto de 2014

Aleluya

¡Oh dios mio, mirad! Alzad la vista pobres humanos y contemplad, pues dichosos seáis los que encontrándoos en la más profunda soledad halláis consuelo, y gritad ¡aleluya!, pues seréis libres y vuestros pecados serán perdonados y vuestros sufrimientos recompensados.

Dichoso sea el día en el que mi alma decidió no quererse a sí misma y quiso hacerse daño continuamente.
Dichoso el día en el que unos ojos nunca me miraron con lástima por no saber lo que era el sufrimiento ¡mentira!
Dichoso el día en el que haye el consuelo que promete ser tu corazón dolorido y acogedor que nunca olvida y siempre recuerda, haciéndome saber continuamente que nunca seré la espectativa perfecta de nadie, y ¿para qué?
Dichosos...oh dios...dichosos los corazones de los humanos que viven aterrorizados dos segundos antes de morir y aún así no sienten rencor por aquellos que le dieron la espalda y los abandonaron.

¡Aleluya! Gritad y sabed que habrá un día, sólo uno, en el que entenderéis que quizás no deberíais estar vivos, pero, ¿qué es vivir? Y en ese instante alcanzaréis la gloria bendita, y no la que ofrece ningún dios inventado, sino la que ofrecen vuestros corazones aterrorizados.

viernes, 1 de agosto de 2014

... o no.

No estás a mi lado
y sin embargo sí que lo estás.
¿Creer o no creer?
Te juro que me cuesta, de verdad que sí.
Pero me dejo llevar
a algún lugar,
a algún mínimo momento donde estar conmigo misma
no duela.
Al principio de tu sonrisa y al final de la mía.
A sentir que me desvanezco
o creer que eso sólo pasa
cuando compras entradas para ver mi sangre.
Y sin embargo te hago una reverencia
y te beso la mano
cerrando los ojos,
pensando en todo aquello que creo que me corresponde
así, en plan antiguo.
Llevándote dentro de una burbuja colgada al cuello
de mi corazón,
con mis dedos cruzados para que mis espinas interiores
no hagan que se rompa,
que explote y manche todo.
Creyéndome merecedora de algún tipo de aplauso
por todo lo que dejo de decir.